viernes, 03 de diciembre de 2021.- En el balance de las acciones tomadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, a mitad de su sexenio, sobresale un punto a su favor: el incremento en el salario mínimo. Si bien este fue un compromiso hecho con Estados Unidos y Canadá como parte de la renegociación del tratado de libre comercio (T-MEC) que precede a la actual Administración, las subidas se han hecho durante los últimos tres años, impulsando los ingresos de muchos mexicanos, incluso en tiempos de alta inflación.
El miércoles se anunció una subida del 22%, el cuarto incremento desde que López Obrador llegó al poder, el cual se dará en 2022. En términos reales (es decir, descontando la inflación), con los tres aumentos anteriores, los sueldos de los mexicanos ya aumentaron un 43%, y, en la zona fronteriza, el aumento ha sido de 115,3%. El norte, en donde se ubican muchas fábricas de capital estadounidense, ha gozado de una política más integrada cuando se trata de los salarios mínimos, explica Axel González, economista investigador especializado en el mercado laboral, del centro independiente México ¿Cómo Vamos? (MCV).
En la zona norte se duplicó el salario mínimo, se recortó el impuesto al valor agregado (IVA), se redujo el impuesto corporativo y se ajustaron los precios de la energía hasta que fueran comparables con los de ciudades vecinas en EE UU, dice González. “Esto ha sido positivo, sobre todo si se toma en cuenta la reacción del sector empresarial, que digamos que se entiende la necesidad de recuperar el poder adquisitivo de las personas”, agrega. En 2022, el salario mínimo diario será de 260,34 pesos en el norte y 172,87 pesos en el resto del país.
Dos estudios publicados este año por académicos, incluyendo uno del economista Gerardo Esquivel, miembro de la Junta de Gobierno del Banco de México, concluyen que los incrementos no han tenido un efecto sustantivo en el nivel de precios, es decir, en el nivel de inflación de los últimos tres años. También, el banco central, en su informe trimestral publicado el jueves, aseguró además que las presiones inflacionarias del país son, en su mayoría, exógenas, como cuellos de botella en las cadenas globales de suministro, estímulos al gasto en otros países, así como el incremento en los precios de las materias primas y reapertura de algunos servicios.
El ajuste tardó en llegar. El salario había estado deprimido desde 1994, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami). Desde ese año hasta 2019 que llegó al poder López Obrador, el aumento acumulado había sido de 11%. Esto, en parte, se debía a que conceptos ajenos como multas, créditos y prestaciones sociales, se medían en salarios mínimos, lo cual obstaculizaba los incrementos, ya que automáticamente incrementaban los costos de estos otros conceptos. Durante la Administración anterior se desindexó el salario mínimo.
“Dado que se mantuvo así casi constante por tantos años, hay suficiente espacio como para considerar estos incrementos graduales que se han estado planteando”, opina el especialista. El costo de la mano de obra en México representa solo el 12% del total de los costos, agrega. “Comparándolo con otros países de la OCDE o incluso de Latinoamérica, es particularmente bajo”, apunta González. La intención de la presidencia es que en los seis años de mandato el salario mínimo del país se duplique.
Con el incremento en la remuneración ha venido también un incremento en el valor del trabajo no remunerado, de acuerdo con una encuesta publicada el viernes por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). El trabajo de actividades domésticas, de cuidado y la producción de bienes de autoconsumo, tuvieron en 2020 un valor estimado de 27,6% del producto interno bruto (PIB) — un incremento de 4,7% en comparación con el 2019 —.
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